martes, 24 de julio de 2018

En la fase de planeación del proyecto está la clave



La fase de planeación del proyecto es a menudo subvalorada. Puede ser vista como una forma de desperdiciar el tiempo y la energía que se podrían dedicar a la ejecución; pero es, precisamente, durante esta etapa temprana cuando se sientan las bases del trabajo a desarrollar. Omitir o tomar a la ligera éste punto puede generar severos inconvenientes, e inclusive desembocar en el fracaso del proyecto.

Durante la planeación se analizan factores esenciales, que de no ser tenidos en cuenta pueden generar grandes limitaciones e inclusive imposibilitar la realización del proyecto. Son cuatro términos claves y quien gerencia el proyecto debe tenerlos siempre en consideración: integración, tiempos, costos y alcance.   

Primero, se ha de planificar la gestión de la integración. Esto implica articular y consolidar, desde el momento de arrancar, las actividades cruciales para llegar a feliz término en el proyecto, educativo, o de cualquier índole que se realice. Es una tarea relevante pues, a través de ella, se obtienen claridades respecto a los procesos que se realizarán, las herramientas y técnicas para cada uno de ellos, al igual que la repartición de la supervisión de dichos procesos en pos de garantizar el normal desarrollo de cada instancia del proyecto, desde el acta de constitución hasta su cierre. Gestionar la integración también responde a la necesidad de entrelazar los distintos aspectos que intervienen y de plasmarlo en un documento.
En el ámbito escolar, al gestionar la integración, se puede ir guiando cada etapa, verificando su correcto desarrollo con base en las tareas realizadas y metas alcanzadas. Se puede, así, ver el conjunto de aspectos que podría generar afectación a las actividades estipuladas y tener documentos con base a los cuales realizar este control, facilitando así mismo el registro de los avances.   

Otro punto a planificar es la gestión del alcance. Consiste en definir el público objetivo del proyecto e indicar a nivel social y geográfico la población que se beneficiará del mismo, brindando así una idea de la magnitud que se planea alcanzar. Igualmente, resulta necesario adquirir claridades  respecto a la idea y esfuerzos del grupo de trabajo. Para este punto, la herramienta recomendada es la Estructura de Desglose de Trabajo (EDT), mediante la cual se plantearán de forma muy concreta y realista las limitaciones, los criterios de aceptación y el alcance del producto. Saber quién será responsable de cada actividad, cuáles son los recursos necesarios, y a qué limitaciones será necesario enfrentarse, da una ventaja al gerente de proyecto en la carrera por el éxito en su labor.
En el ambiente educativo son muchas las limitaciones: de personal, de recursos, de tiempo; conocerlas y plantear el proyecto con plena consciencia de ellas puede constituir la diferencia entre la realización satisfactoria de un proyecto o su rechazo en las instancias administrativas institucionales. Igualmente, poseer el conocimiento respecto a la magnitud del aporte en relación con las necesidades y limitaciones del contexto, facilitará las labores de presentar el proyecto y socializarlo con la comunidad.   

Al momento de planificar hay que recordar que para la realización de un proyecto se debe cumplir con unos tiempos. Por ende hay que asignar fechas límites, no sólo para la finalización del proyecto, también para la realización de cada tarea, controlando así el paso a paso que conduce a una exitosa culminación de la labor planteada. Así, se distribuye el tiempo disponible, que es el tiempo que se proyecta para el desarrollo del proyecto asignando la medida temporal necesaria a cada una de las actividades que se llevarán a cabo. Para llevar control respecto a la gestión del tiempo se pueden elaborar cronogramas, diagramas de red o el diagrama de Gantt; de esta forma se obtiene una visión de la secuencia de tareas, teniendo en cuenta las actividades macro y el desglose de las mismas. Estas herramientas se convertirán en guías para los ejecutores del proyecto, y al verificar su cumplimiento se podrá comprobar si se está realizando una buena administración del tiempo o si el proyecto está enfrentando inconvenientes.
Al gestionar proyectos del área educativa se deben tener en cuenta las agendas institucionales, los horarios y cronogramas escolares y cualquier otro aspecto relativo al factor tiempo que pudiera afectar el normal desarrollo de las actividades. Para esto hay que conocer las dependencias, que son distintos factores que pueden retrasar o detener un proceso, generando planes de acción y teniéndolos en cuenta al momento de estipular el cronograma. De esta manera, no se deja que el progreso del proyecto se vea limitado por factores externos.  

Por último está la revisión de un factor de suprema relevancia; porque como dice el escritor Jorge Bucay: “Nada que sea bueno es gratis” (Bucay, 1997) y todo proyecto, incluso el más pequeño y sencillo requiere algo de inversión, necesita un presupuesto. Gestionar eficazmente los costos equivaldrá a un buen aprovechamiento de los recursos y facilitará el desarrollo de las actividades. Si la estimación de costos, la determinación del presupuesto, y posteriormente el control de costos se realizan exitosamente se podrán prever los costos y recursos requeridos durante cada etapa del proyecto para que el financiamiento autorizado se ejecute en cada fase sin mayores variaciones a lo previsto, evadiendo así una de las más usuales barreras para la ejecución de proyectos: la limitación presupuestal.
En el contexto educativo, esta limitación puede ser fatídica para la materialización de muchas ideas y metas; pero siendo un buen gerente de proyectos, se puede hacer el quite a éstas dificultades mediante la búsqueda de otras fuentes de financiación, la creativa proposición de métodos para reducir los costos y otras estrategias para poder cumplir el objetivo final: la realización de un proyecto para el beneficio de la comunidad escolar.

Los factores integración, tiempos, costos y alcance se entrelazan, interactuando y afectándose mutuamente, debido a esto “cada vez que alguno de los componentes de esta restricción se modifique, se deberá evaluar el impacto sobre el resto. Por ejemplo, si el responsable de un proyecto estima que su tiempo no se cumplirá de acuerdo a lo planificado, las acciones que tome con el fin de compensar ese desvío podrían impactar en alguno de los otros componentes” (Romano, 2011), lo cual incita al gerente de proyectos a prestar atención a las interconexiones entre dichos elementos, y, especialmente a prestar mucha atención y dedicar gran empeño en realizar una planeación sobresaliente disminuyendo así el riesgo de futuras complicaciones que conduzcan al retraso o cancelación del proyecto en el cual se está trabajando.





  Referencias


Bucay, J (1997). Cuentos para pensar. Buenos Aires: RBA Libros.

Romano, G y Yacuzzi, E (2011). Elementos de la gestión de proyectos. Buenos Aires: UCEMA.

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