sábado, 8 de diciembre de 2012

El profesor no tiene quien le escriba



 ‘Yo tengo esperanzas, ahora sí va a salir’ manifiesta ilusionado el profesor Libardo Medina, quien lleva 15 años luchando por su derecho a recibir una pensión.


El personaje

José Libardo Medina Torres es oriundo de Cunday, un pueblo perdido entre las montañas del Tolima y a donde según él “jamás llegará el progreso”. Su municipio natal es desconocido incluso entre los habitantes de la capital musical de Colombia. Allí, entre casas de bahareque y platanales nació hace 66 años. Este hombre es ejemplo de superación pues a pesar de su origen humilde logró destacarse, fue el único de los cinco hermanos Medina que abandonó el pueblo.
Puede que la cultura e intelectualidad no corrieran por sus venas pero sí la dedicación y el ahínco de sus padres, campesinos tolimenses, por eso el 23 de abril de 1982 al ser elegido ganador del concurso de poesía Papagayo de Cristal dijo: “dedico este premio a mi madre, quien no podrá leer mis poemas… porque es analfabeta” y esta es tan sólo una de las tantas contradicciones de su vida.
Su niñez transcurrió entre el trabajo de ranchería, sus juegos de infante, principalmente su favorito: el fútbol y su anhelo de conocimiento que lo llevaba a pasar horas en la biblioteca del colegio. “Yo le enseñaba a algunos profesores los temas que nos habrían de explicar al día siguiente” comenta.
Esta eterna ansia por aprender lo condujo a Bogotá, donde estudió Filología e Idiomas en la Universidad Nacional, aunque olvidó el inglés y el francés no ocurrió lo mismo con su amor por la lengua española, razón que lo indujo a ser escritor. “Un libro es como un hijo, siempre se lleva una parte de nuestro ser” asevera el compositor de los himnos del Colegio Santa Librada y el INEM de Neiva.                        Por su labor como escritor ha obtenido reconocimientos como la mención de honor al cuentista inédito, en 1986 y el galardón al Cuentista Latinoamericano Florencia Hoy en 1989, además de la publicación de cinco obras de su autoría, la más reciente titulada “Todo lo demás es paja”.
Su otra pasión, a la que ha dedicado 32 años de su vida, es la enseñanza. Ejerció la docencia desde su nombramiento, en abril de 1976, hasta el día de su retiro obligatorio, el 12 de enero de 2009. Por eso dice “he dedicado toda mi vida al Magisterio y estoy en todo mi derecho de reclamar la pensión gracia”.

Comienza la lucha

‘Yo empecé a reclamar mi pensión gracia desde el 24 de marzo de 1996, cuando debieron dármela, pero me la negaron por ser docente nacional’ cuenta José Libardo Medina, cuyo único pecado ha sido el de no dictar clases en primaria. “Dedique toda mi vida al INEM Julián Motta Salas, donde permanecí por un lapso de 32 años y 9 meses” pero manifiesta “lo del requisito de haber trabajado en primaria son excusas, al comienzo sólo decían que todo docente vinculado antes del 81 podía acceder a la pensión gracia”.
“He instaurado  siete demandas e incluso en mayo de 1999 pagué $80.000 pesos a un juzgado administrativo, según ellos para gastos, pero esa plata se perdió”. Al respecto argumenta: “no fui el único, eso le pasó a unas 80 personas más”. Con celo, guarda el documento que le expidió el juzgado, según él, como dato curioso, en una carpeta donde reposan cartas escritas a CAJANAL, consultas jurídicas, artículos de prensa, formularios para entablar demanda y copias de otros procesos similares que se han llevado a cabo en diferentes regiones del país  y que han culminado de manera favorable, “porque esa es la otra, a mis compañeros Pedro Rubiano y Ramiro Zúñiga les salió la orden de pago en diciembre del 2006 y aún no les han desembolsado el dinero” declara.
“Pero de estas notas la más importante es la última” afirma mientras muestra una noticia sacada de El Espectador del 25 de marzo de 2010.

La esperanza sigue viva

La noticia tiene como título ‘Inminente embargo a cuentas de CAJANAL en BBVA, por pensión de maestros’  y al terminar de leerla comenta: “ese abogado, Andrés Felipe Mahecha, no es el mío pero sí el de algunos amigos” pero a pesar de que Mahecha no es su apoderado, el artículo de prensa lo entusiasma porque ve próxima la culminación de su lucha. Sabe que si los demandantes reciben su dinero él puede acceder a su tan merecida pensión apelando al artículo 13 de la Constitución Política de Colombia y a la Sentencia No. T-187 del 93 que aluden a uno de los principios fundamentales: el derecho a la igualdad.
“Me acuerdo que en el 2008 me dijeron que debía tener un acumulado de $320’000.000 de deuda, la mayor parte por intereses de mora” expresa y optimista agrega: “sólo falta una firma y ya”.
“Me han llamado muchos abogados últimamente a pedir poder jurídico, eso es buena señal. No se los voy a dar, esto ya va a salir” reitera.  Medina, quien en 1982 recibió el premio Papagayo de Cristal de manos de Daniel Samper Pizano y que durante más de tres décadas formó a la juventud opita ahora espera en su casa (hipotecada) la llegada de esa carta anunciando que el desembolso de su pensión ha sido aprobado. Dios quiera que no deba comer lo mismo que el tan conocido coronel de Gabriel García Márquez.




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