lunes, 11 de julio de 2022

El Terror de Toda Madre Lactante: La Mastitis.

 Experiencia Personal Y Cuidados.

Por: Tania Medina S. 


Cuando me comprometí a seguir la recomendación de lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de mi bebé, tenía varias preocupaciones, respecto a la cantidad de leche que podría producir, a las comidas y productos para favorecer una alimentación segura y nutritiva, y claro, a la mastitis, que, según investigadores, llega a afectar hasta a un 33% de las madres lactantes y que nos pone a enfrentar el dilema de seguir amamantando a nuestro hijo aguantando el dolor y el resto de síntomas o abandonar de forma precoz la lactancia, afectando la nutrición de nuestro pequeñín. (Mediano, 2016)

 

Teniendo esta preocupación en mente, seguí todo tipo de precauciones para prevenir este flagelo, siendo los más importante de todos, el lavado de los senos con abundante agua tras cada toma, y la rotación del seno para amamantar con el fin de no delegar toda la carga en un solo pecho llevando a su hinchazón. Pero, a pesar de mis claras intenciones y mi conocimiento del tema, el primer mes de mi bebé fue una experiencia totalmente nueva para mí, algo para lo que ni todos los libros te pueden preparar hasta que lo vives, días locos, maravillosos y sumamente agotadores, sumado esto a mi proceso de recuperación de una cesárea, lo cual en muchas ocasiones me llevaba a caer dormida junto a mi niño mientras le daba pecho. Entonces, ocurrió.

 

Amanecí un día, con un seno mucho más grande y duro que el otro, el izquierdo que es el preferido de mi chiquitín; lo sentía caliente y tieso; y yo me sentía débil y con molestia general, y del dolor al tacto ni qué decir, algo que no se le desea ni a tu peor enemigo; pero yo no me quería dar por vencida, así que recurrí a diferentes estrategias para ayudarme con esta molesta afectación sin interrumpir la rutina de alimentación de mi hijo:

Con agua de hojas de papayo me realizaba baños dos veces al día, me ponía constantemente pañitos humedecidos con agua tibia con un poquito de sal, y, lo más importante: A pesar del dolor e incomodidad, ponía a mi bebé a tomar común y corriente para que me ayudar a deshinchar el seno afectado. Claro, me preocupaba que mi leche estuviera ‘picha’ o tuviera algún tipo de infección que pudiera afectarlo, pero una rápida búsqueda en internet calmó mi preocupación y reafirmó que continuar con la lactancia es efectivamente la mejor estrategia para superar la mastitis de lactante en sus etapas iniciales. Fui disciplinada y, con la ayuda de mi pequeñín, superé en un par de días esta dolencia, y estoy 100% convencida de que no rendirme fue la decisión indicada, pues, al día de hoy, a puertas de cumplir su primer añito y ya con alimentación complementaria, mi nené es supremamente sano y ha tenido un desarrollo tanto físico como cognitivo ideal para su edad, además de los beneficios emocionales y relacionados con el apego que la lactancia materna provee.

 

Así, he aprendido que la mastitis de lactante es un tema del cual se debe hablar sin tapujos, que no nos avergüence pedir ayuda y consejo, no somos la primera ni la última mamita que ha tenido que enfrentarla; que la mejor estrategia es la prevención, pero que en el caso de adquirirla, no dejemos que ello nos impida continuar dando el mejor alimento para cuerpo y mente de nuestros hijos: la leche materna.   

 

Referencia Bibliográfica:

Mediano, P. (2016). Etiología y epidemiología de las mastitis humanas. Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario